Hace unos meses y de la mano de la firma especializada Kaspersky Lab, supimos que en 2015 se habían duplicado el número de ciberataques a empresas, una situación que, sumada al incremento de los rescates solicitados en casos de ransomware, ha empezado a ser preocupante.
Un contexto al que ahora hay que sumar un nuevo dato: que las estafas a través del correo electrónico cuestan hasta 3 mil millones de dólares a las compañías de todo el mundo. Así lo ha comunicado la unidad de Quejas de Delitos en Internet del FBI, que ha alertado de este incremento sustancial que se ha producido en menos de un año.
Los datos del FBI
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De esta manera y tan solo diez meses después de que la entidad advirtiera de que esta práctica estaba costando 1,2 millones, la cifra hace más que duplicarse. De hecho, solo las estadounidenses han perdido 960 millones. Las estafas, en todo caso, cuentan con víctimas en hasta 100 países distintos y abarcan desde grandes corporaciones hasta pequeños negocios.
El FBI también ha informado de que, durante los últimos 16 meses, esta clase de timos han crecido un 1.300%, y no solo eso, sino que muchas de las transacciones se produjeron a través de transferencias electrónicas, principalmente enviadas a China y Hong Kong, aunque el dinero fue mandado a 79 países distintos.
Una realidad que sigue evolucionando y que, para empezar y según los expertos, podría deberse al aumento de los casos de alto perfil –desfalcos más sofisticados- que han demostrado que los delincuentes pueden robar más que unos miles de dólares”. Y si bien todavía se desconoce cómo se escogen a las víctimas sí pueden establecerse cuáles son las situaciones más comunes y nuevos escenarios.
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Así, el hackeo de las cuentas de correo electrónico de los ejecutivos de alto rango de la empresa (que incluso permite solicitar pagos en nombre de supuestos proveedores y acceder a datos financieros privados), el registro de dominios de aspecto similar a páginas de bancos y similares, etcétera.
Además, parece que los cibercriminales también se dedican a recabar información sensible del correo de los departamentos de recursos humanos, unos datos que pueden llegar a vender o utilizar con fines no demasiado dignos. Otra de las tendencias detectadas apunta a que los delincuentes suelen dirigir sus ataques a aquellas empresas que emplean servidores de correo electrónico gratuito, en lugar de las que se decantan por opciones de pago.